Lo que parecía una recorrida preventiva habitual en zona rural terminó derivando en un operativo antidrogas que permitió desactivar un foco de venta y consumo en Claromecó. Según contaron fuentes de la investigación a Cosas que pasan detrás del allanamiento del sábado, hay un trabajo articulado y preciso que refleja cómo el cruce entre distintas fuerzas puede marcar la diferencia cuando se actúa a tiempo.
Todo empezó con una reacción evasiva
Durante un patrullaje del Comando de Prevención Rural (CPR), un motociclista reaccionó con una maniobra evasiva al advertir la presencia policial. Esa actitud activó un seguimiento que concluyó con su detención sobre la Ruta 228 y el hallazgo de cocaína fraccionada, marihuana, una balanza, celulares y dinero en efectivo.
La intervención no quedó ahí. La investigación posterior derivó en un allanamiento en calle 13 al 1800, en Claromecó, donde se encontraron dispositivos usados para el consumo fumado de cocaína, un dato relevante que encendió las alertas.
Una modalidad que preocupa, una respuesta que anticipa
Aunque el uso de cocaína fumada no es nuevo, su presencia en zonas intermedias implica un riesgo al que hay que estar atentos. La posibilidad de detectar esta práctica en su etapa inicial es clave para evitar su expansión.
En este caso, la articulación entre el CPR, la Delegación de Drogas Ilícitas y la Estación Segunda permitió no solo intervenir rápidamente, sino también orientar la investigación hacia un punto de venta que no estaba en el radar.
Un resultado concreto y una línea de trabajo
Sin alardes ni golpes de efecto, el procedimiento dejó un mensaje claro: la coordinación, la lectura territorial y la acción inmediata pueden evitar que el narcomenudeo se instale. No es un operativo aislado, sino parte de una línea de trabajo que apuesta a la prevención sostenida.

